Voy a volver 15 años atrás. Me ubico en una de esas tardes que
le decía a mi madre:
-¡Mamá! Ya he terminado los deberes, ahora voy a jugar un rato.
Iba a mi habitación, cogía todos los peluches y los sentaba
ordenados. Pegaba un folio en la pared y empezaba a explicarles
Inglés. Aquella niña, quería ser maestra.
Aquella niña, hoy es una mujer de 25 años con esa carrera
terminada y sin poder ejercerla. Era vocación y es vocación. Solo
las personas que tienen vocación saben que significa eso.
Soy maestra, y cada vez que paso por la puerta de un colegio, algo
de mi hace que me gire y me dé la vuelta y mire hacia dentro. Se
llama vocación. Del mismo modo, que los estudiantes de medicina
siempre han querido curar y salvar vidas. Yo quiero ser quien forme a
futuros profesionales y quien les inculque el amor por el Inglés.
Una bonita asignatura que si no sabes darla se vuelve horrorosa.
El Inglés, esa asignatura pendiente que tantos españoles tienen,
esa asignatura que se olvida cuando se sale del Instituto. El Inglés
esa asignatura que no ha sido bien impartida. Dar Inglés no es
sentarse en una clase a encender un cassette y hacer que los niños
se aprendan una lista de verbos irregulares. Sin embargo, hoy no voy
a hablar sobre didáctica inglesa. Hoy voy a hablar sobre vocación.
Ser maestro es tener una responsabilidad enorme, es saber que los
niños que tienen delante en unos años estarán preparándose para
su futuro. Ellos son el futuro del país. Si existen buenos médicos,
enfermeros, abogados, jueces...etc es porque un día tuvieron unos
maestros que trabajaron para eso.
Soy hija de maestra y desde siempre he visto como mi madre se
sentía muy orgullosa de su profesión. Al llegar a casa, me hablaba
sobre como se portaban los niños. He visto como preparaba siempre su
trabajo para los días siguientes. He visto como se preocupaba por
cada alumno/a suyo/a. He observado como la paraban antiguos
alumnos/as suyos que hoy son policías, enfermeros y maestros/as
entre otras profesiones. He sentido lo que sentía mi madre: orgullo.
Ella siempre me dice: No hay mayor recompensa que saber que tu
trabajo ha tenido un fruto. Ese fruto es un buen profesional. Me
siento llena.
Por todas estas razones, no puedo dejar de luchar. Somos muchos
maestros los que tenemos ganas de trabajar, ganas de estar en un
aula, ganas de coger una tiza, de cantar una canción etc. Puede
parecer surrealista esto pero, es lo que sucede cuando no te dejan
ejercer tu profesión. Y no te dejan no porque no estés preparado
sino porque hay algo llamado “crisis”. Esa niña cuando era
pequeña, no soñaba con esa “crisis”, esa niña que ahora es una
mujer no cree en esa palabra.
Y no creo porque he visto como siempre pagamos los mismos.
Educación y sanidad son blancos fáciles para los recortes. ¿Quién
ha creado esta crisis? ¿La creamos todos los que nos estuvimos
durante años preparándonos para estar en un aula? ¿Por qué
siempre pagamos los mismos?.
Y creo que no pido ninguna tonteria, no quiero lujos ni quiero
coches solo quiero una cosa: Poder ser maestra. Y al igual que yo,
miles de maestros/as piden lo mismo. No quiero tener que volver a
estar en la puerta de un colegio y saber que no puedo ejercer porque
no me dejan por los recortes.
Espero y deseo de corazón que exista por una vez justicia y que
todos los que cada semana miramos las vacantes que salen, tengamos
por una vez suerte en la vida. Y para que lo sepáis todos, fijaos
hasta donde llega las ganas de poder trabajar que incluso predecimos
un grupo de amigos, días antes cuántas saldrán.
No sé cuantas personas leeran esta entrada, solo pido una cosa
que jamás se deje de luchar por lo que tu corazón te diga. Si tu
corazón quiere estar en un aula con veinte niños, no termines
poniendo cafés en un restaurante. Necesitamos gente que ame lo que
hace. Gente que crea en el futuro y sobre todo gente que luche.
"Enseñar es dejar una huella en la vida de otras personas para siempre"
Buenas noches a todos!=)
Doy las gracias a todos/as los/as que me leéis.